El impacto de las nuevas tecnologías en el proceso de aprendizaje de niños de entre 6 y 12 años es un tema de permanente interés para toda la comunidad educativa, desde los docentes hasta los padres y madres de familia. Ante la normal expectativa que el uso de dispositivos por parte de los niños genera, debemos establecer estrategias fundamentadas de forma que podamos convertir una amenaza en una aliada en el proceso de aprendizaje.
Estas herramientas ofrecen oportunidades significativas para enriquecer el proceso tanto de desarrollo cognitivo como de aprendizaje activo de emociones, pero es necesario que entendamos dónde están los desafíos de regulación y supervisión.

Existen diversas investigaciones educativas y teorías del desarrollo infantil para abordar esta relación niño/tecnología. De acuerdo con teorías constructivistas (Piaget, Vygotsky), el aprendizaje es más efectivo cuando el niño participa activamente en la construcción del conocimiento. En este contexto, debemos ver en las tecnologías, incluidos los teléfonos móviles, una herramienta que permita a los niños explorar, crear y resolver problemas de manera interactiva. Sin embargo, es fundamental que ayudemos a conducir al niño en el uso para el aprendizaje, lo que requiere que estemos pendientes de forma permanente cuando le mandemos realizar un trabajo del uso que le da al terminal. El objetivo no es reemplazar los métodos tradicionales ´de lectura, escritura manual o interacciones humanas en el aula, sino reforzar el fomento de esas habilidades socioemocionales esenciales con el uso de los terminales móviles al estilo de una herramienta más.
Distingamos, pues, entre el uso de estas tecnologías de forma individual y aislada del de un uso en común, junto a otras personas o compañeros de aprendizaje. Evidentemente, frente a un uso individual debemos establecer límites de tiempo, tal y como lo recomienda la Academia Americana de Pediatría (AAP), especialmente en edades tempranas. ¿Cuál es el período máximo de uso diario de pantallas por un niño de forma individual? Lo más adecuado es no exceder 1-2 horas al día para actividades recreativas en pantalla, dejando espacio para actividades físicas y sociales. Hay que recordar los estudios que han demostrado que el uso excesivo de dispositivos puede impactar negativamente en la concentración, el sueño y el desarrollo social.
En el uso en espacio compartido de los dispositivos móviles deberemos, por supuesto, vigilar e impulsar las aplicaciones que fomenten el aprendizaje activo y habilidades como la creatividad, el pensamiento crítico y la resolución de problemas son preferibles. Los padres o los docentes deben también aprovechas la potencialidad de otras herramientas que, pudiendo parecer poco especializadas, permitan al niño, de una forma muy sencilla, fomentar su capacidad investigadora. Puede servir cualquier buscador, aunque también podemos inclinarnos por otras plataformas como Scratch (enseñanza de programación), Duolingo (aprendizaje de idiomas) y herramientas de realidad aumentada.
En cualquier caso, debemos fomentar un aprendizaje activo es que involucre creación, experimentación y colaboración. Actividades como juegos de codificación, creación de contenidos multimedia o proyectos colaborativos en línea pueden fomentar habilidades cognitivas de alto nivel. En cualquier caso, es interesante siempre, como indica Bronfenbrenner, la implicación de los padres en el uso de tecnologías, mediante la co-exploración y la discusión reflexiva, mejora el impacto de estas herramientas al conectar el aprendizaje digital con experiencias reales. Esta coparticipación activa de las personas adultas junto a los niños debe llevarles también a fomentar el equilibrio de estas actividades con las No Digitales. Actividades físicas, artísticas y sociales en el desarrollo integral del niño. Estas actividades no solo compensan los efectos negativos del uso excesivo de pantallas, sino que también contribuyen al desarrollo motor, emocional y cognitivo.
Conclusión
La integración de las nuevas tecnologías en el aprendizaje infantil debe gestionarse bajo un marco equilibrado, pero sin miedo a que el niño se desarrolle en ese ámbito y sea capaz de ver en la tecnología una herramienta, no solo un juego.
Es evidente que docentes y padres desempeñan un papel esencial como mediadores y modelos en el uso responsable de estas herramientas. Al promover un enfoque combinado de actividades tecnológicas y no tecnológicas, con una selección consciente del contenido y un acompañamiento activo, es posible maximizar los beneficios educativos de la tecnología y minimizar sus riesgos. De esta forma, el niño reconoce en la tecnología un aliado para avanzar en su educación integral. No satanizamos las pantallas sino que aprovechamos sus potencialidades para ayudar en el proceso de aprendizaje.
La tecnología ha existido siempre, a lo largo de toda la historia de la humanidad, y debe ser integrada como algo positivo, no como algo negativo. Al igual que el boli bic supuso una revolución en el aula, sin que eso trajese consigo un retroceso cognitivo o social, los terminales móviles deben ser integrados en la educación desde el uso racional de su potencialidad.